viernes, 4 de junio de 2010

Microficciones


ELLOS

Ni siquiera hace falta esperarlos. Uno detrás de otro, llegan. Sin pausa, sin descanso. Llegan. ¿Quién dijo que la espera sin concreción es mala? Esto es mucho peor. Preferible estar al borde del desierto esperando a los tártaros y que estos se demoren infinitamente. Mil veces preferible. Porque acá sí llegan. Uno detrás de otro, llegan. No nos dan tregua, nos dejan vacíos, sin tiempo para pensar, sin un remanso de quietud donde cultivar un conflicto hecho de tedio. Ni siquiera podemos aburrirnos. ¿Quién puede vivir así? Llega la noche, y ellos. Llega el día, y ellos. Ellos, ellos. ¿Rendirnos, quizás? No podemos. Nadie sabe por qué, pero no podemos. Desearíamos lavarnos en viejos fuentones, aunque más no sea, criar un perro, demorarnos un poco en la sobremesa. Pero no. Ellos. A veces incluso nos encerramos en el baño a fumar un cigarrillo, pero enseguida una mano golpea imperiosa la puerta. No hacen falta palabras, el tac, tac, tac, impaciente, dice: vienen, vienen, ellos vienen. Ellos. Alberto Ramponelli (inédito).


a diana t. en el recuerdo

Ahora yace en la vereda. Estrellada, completamente. Quieta. Pero antes tuvo la forma de un cuerpo en movimiento. Que subió las escaleras de este edificio público, que se acercó a la ventana del quinto piso, que. Punto, final. Se trata de una muchacha joven. El pelo rojo se va manchando de otro rojo, más intenso. Como si fuera una rúbrica la sangre. Como el sello y la firma que cierra el trámite. Alberto Ramponelli (inédito).

1 comentario:

  1. Alberto, cada vez que te leo siento orgullo de que justamente vos me hayas enseñado tanto... tus palabras tienen forma, y conforman expresion de belleza, tu obra tiene en la redaccion el milagro de la poesia.

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