sábado, 5 de junio de 2010

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“Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”, Haruki Murakami.

Si la construcción de un estilo es la combinación de múltiples influencias que terminan dando como resultado una voz propia, Murakami ha sabido entretejer con endiablada habilidad su fascinación por Kafka, Lewis Carroll, Camus, Chandler y Pynchon (para citar sólo unas pocas de las influencias que resuenan en sus libros) con sus propias obsesiones... “Tenemos habitaciones en nuestro interior, no visitadas nunca u olvidadas. De tanto en tanto nos aventuramos por un pasaje que nos lleva a esas habitaciones. Y encontramos en ellas cosas que sabemos que nos pertenecen, pero es la primera vez que vemos”, declaró Murakami, luego de que Crónica del pájaro que da cuerda al mundo le permitiera alzarse con el codiciadísimo Premio Yomiuri (ganadores anteriores: Kawabata, Mishima, Kobo Abe y Kenzaburo Oé). No hay, para Murakami, metáfora de la mente más expresiva que un hotel; quizá por eso no hay libro suyo que no incluya escenas decisivas ambientadas en uno. Sepa el lector que se adentre en ese hotel infinito que ya estaba dentro antes de internarse en él y que no terminará de salir aunque sus pies se apoyen de nuevo en suelo conocido. Juan Forn (Página 12, 2001).

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